martes, 3 de diciembre de 2024

El Plan Cósmico 3 - El Concilio de los Helel


Una vez los ultraterrestres reunidos en el «concilio», uno de ellos, el legendario Lucifer, Lug o Luzbel, planteó que el problema era haberle dado demasiada información, haber facilitado demasiado el acceso al conocimiento en muy poco tiempo a civilizaciones del Universo Material.

El error había sido precisamente que se les había instruido de acuerdo a la mentalidad de estos seres del Universo Mental. O sea, muy mentales, lo cual hizo que ninguna civilización alcanzara la Séptima Dimensión de la Conciencia. El séptimo vehículo que todos tenemos es la Esencia. Entonces, para llegar a tener contacto con la Esencia, con el Plano de la Conciencia Espiritual, se tendría que acceder a través de una actitud muy espiritual que no la habían podido enseñar los seres del Universo Mental por ser muy mentales. Mas bien es todo lo contrario. Ellos tienen que aprenderlo de nosotros, porque no hay nadie por muy sabio que sea que no tenga algo que aprender, y nadie por muy humilde que sea que no tenga algo que enseñar.

Haber recibido directamente el conocimiento, abundante información, volvió a ciertas civilizaciones del Universo Material, como los oriones, muy apegados al avance tecnológico y filosófico que habían conseguido, al punto de volverse agresivos y violentos si se sentían amenazados, tanto ellos como sus principios o sus logros científicos; este excesivo celo, sería más tarde el caldo de cultivo para que se generasen violentos enfrentamientos estelares o batallas cósmicas extraterrestres.


EL PROYECTO DE LIBRE ALBEDRÍO

Sobre la base de todo esto, y ahora en marcha el proyecto de crear una humanidad nueva que por mérito propio pudiese alcanzar lo que sus hermanos mayores no consiguieron, el Concilio de los Helel pensó que sería oportuno colocar un grupo de entidades mentales en el Universo Material que actuaran como entidades disociadoras, dificultando al máximo el acceso a información. Estas entidades, llamadas «demonios», tendrían esto como función; no eran ni buenas ni malas. Solamente vendrían a fastidiar la vida, a complicar las cosas y a mayor complicación, habría mayor esfuerzo por parte de las civilizaciones materiales y esto restablecería la dinámica interrumpida.

No obstante, otros seres del Universo Mental consideraron que no se podían cambiar las reglas del juego, el libre albedrío en discusión, por ser aplicado a una «humanidad nueva» y no en las ya existentes civilizaciones extraterrestres cuando ya el partido está comenzado. Imaginemos, por ejemplo, qué pasaría si faltando quince minutos para que termine el juego, el árbitro decide que no se juegue más con arqueros porque el partido está empatado o, si a un alumno de una escuela militar que tiene una disciplina rígida, una estructura mental muy limitada, en un claustro que no es mixto, faltando un año para graduarse lo sacamos de ahí y lo mandamos a un colegio mixto, que no es internado, que no tiene nada de disciplina..., lo más probable es que naufrague.

Si se han de cambiar las reglas del juego, si se ha de experimentar buscando alternativas nuevas, se tenía que experimentar sobre civilizaciones nuevas que todavía no habían surgido o que recién habían comenzado. Eso fue lo que sugirieron otros seres del Universo Mental. A Lucifer o Luzbel no le satisfizo esta modificación o contrapropuesta porque significaba dejar de lado a sus entenados como los seres de Orión, a aquellos que habían recibido la instrucción de parte de ellos para darle la oportunidad a unos advenedizos, a civilizaciones nuevas, para que de pronto, en muy poco tiempo, alcanzaran niveles de evolución muy elevados, que no solamente se equipararan a los alcanzados por los que ellos habían entrenado, sino, que incluso podrían superarlos, marcarles la pauta y enseñarles.


LA REBELIÓN DE LUZBEL

Nos preguntamos ante esto, ¿cómo seres del Universo Mental, de una dimensión tan elevada, podrían caer en ese juego de la soberbia, de la falta de humildad?

Es cierto, cuando uno más alto está, difícilmente se cae. Pero si se cae, se cae y «aporrea» fuertemente. Así, a Lucifer no le agradó la contrapropuesta y no le agradó, de ninguna manera, que se llevara esto a cabo. Al rebelarse contra la idea, Luzbel se distanció del Plan propuesto por los otros y sin querer se convirtió en ese «demonio» que se buscaba para generar las trabas que dificultaran el acceso a la información para las nuevas civilizaciones, que se crearían como alternativa o puente de rescate para las estancadas.

Parte de este drama cósmico, sintetizado de alguna u otra manera en la rebelión de Luzbel ante la decisión del Concilio de los Helel que no compartía, llevaría a «El que porta la Luz», significado latín de «Lucifer», a influenciar a civilizaciones extraterrestres del Universo Material en contra del Plan Cósmico y, como consecuencia, en contra de la humanidad nueva que muy pronto aparecería...

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