El Proyecto Hebreo, aunque se centraba en la persona de Abraham, también contó con la participación de un personaje de suma importancia: Moisés.
El papel que jugó en la liberación del pueblo israelita fue trascendental. Y todo cuanto hizo, como otros apartes de la historia humana que hemos venido repasando, contó con la ayuda de los «visitantes del cielo», incluyendo la construcción de la enigmática Arca de la Alianza, que guarda una estrecha relación con los objetivos más profundos del Plan Cósmico. Echemos una mirada a todo esto.
EL MONTE SINAÍ: LA MONTAÑA DE LOS VIGILANTES
El Monte Horeb, a la distancia, corta el aliento al ver su impresionante macizo rojizo contrastando con un cielo azul; el paisaje resulta atrapante.
En cierto modo, el Horeb nos recuerda la celebre montaña de la película «Encuentros Cercanos del Tercer Tipo».
Y no está muy lejos de ser vinculado con el Fenómeno OVNI, si recordamos las alucinantes escenas que nos ofrece la Biblia al describir a Moisés subiendo a la cima de la montaña para «hablar» cara a cara con Jehová, quien se hallaba envuelto en una extraña nube: la misma que antes protegió al propio Moisés y al pueblo israelita durante su huida a través del Mar Rojo, mostrándose como una «columna de humo» por el día, y como una «columna de fuego» por la noche.
Una forma muy didáctica —aún más para aquel tiempo— para describir las maniobras de una nave nodriza, que generalmente presenta aquella forma cilíndrica o tubular.
Los Guías Extraterrestres ya han explicado que Moisés, en realidad, tuvo un Encuentro Cercano con seres de Las Pléyades. Ellos serían, entonces, los autores de las indicaciones para construir la misteriosa Arca de la Alianza.
¿QUIÉN FUE MOISÉS?
La liberación del pueblo israelita —y el cuidado del mismo como parte de un Proyecto Genético que halla su punto desencadenante en el nacimiento de Cristo—, es un episodio del Plan Cósmico que los Guías nos han descrito en anteriores experiencias y mensajes. No obstante, la relación que existe entre muchos de los «personajes llave» de la historia humana con nuestra experiencia de contacto, aún sigue siendo un misterio.
Por ejemplo, hoy sabemos que muchos de los Apóstoles de Jesús, encarnarán más tarde como Guías Extraterrestres que serán incluidos en el Plan de Ayuda a la Tierra. El propio Guía Oxalc, de la Misión Rahma, habría sido el Profeta Samuel, quien nació en la ciudad de Ramá, ubicada, para pensar un poco más, en el Paralelo 33. Y resulta más interesante leer en el Antiguo Testamento cómo Samuel despierta al llamado de Dios cuando se hallaba durmiendo, precisamente, en el Tabernáculo, donde se protegía el Arca de la Alianza.
La persona de Moisés es particularmente inquietante. Misteriosa. Pero, como decíamos, vitalmente trascendente.
Aparentemente, sólo la Biblia asegura su existencia; ni las inscripciones siropalestinas, ni los textos cuneiformes o los archivos egipcios lo mencionan.
Nacido, según los estudiosos, en el año 1570 a.C., Moisés fue educado en Egipto, como recordamos, al ser rescatado del Nilo —cuando era sólo un bebé abandonado en una cesta de junco, con todas las influencias que ello supone—, aunque su corazón nunca dejó de sentir como israelita. En el 1450 a.C., a la edad de 120 años, en la cumbre del Monte Nebó, el corazón de Moisés dejaría de latir, luego de contemplar la Tierra Prometida que no pisaría, pero sí su gente.
Muchos asocian el concepto divino de un Dios Único que transmitió Moisés —el mismo mensaje que manejó Abraham—, con la herejía de Amenofis IV o «Ajenatón», quien modificó las tradiciones religiosas de Egipto, creó una nueva capital, y hasta intentó organizar una sociedad diferente, basando todo su esfuerzo en la existencia de un solo Dios. Toda esta aventura en tan sólo 17 años.Al igual que Moisés, Ajenatón fue inspirado por su Encuentro Extraterrestre con el «Disco Atón», desarrollándose su experiencia en un desierto, como ocurriría miles de años más tarde, en 1974, con la Misión Rama, que en su parte exterior culminará también a los 17 años de haber sido iniciada. El Número 17 representa la «Muerte», el «Cambio», la «Transformación». Es la transición de una etapa a otra.
Si analizamos profundamente la importancia de todo cuanto hicieron hombres como Abraham, Moisés, Ajenatón, entre otros tantos «programados», hallaremos un entramado que finalmente nos llevará a la esencia misma del Plan Cósmico.
Sin duda, el mayor misterio que nos dejó Moisés, es el Arca de la Alianza, un extraño objeto que fue construido bajo instrucciones celestes. ¿Por qué?
EL ARCA DEL PACTO CELESTE
Desaparecida súbitamente del Templo de Salomón en el Siglo IX a.C. ante la violenta invasión de Nabucodonosor II, el Arca de la Alianza se constituye, sin lugar a dudas, en uno de los objetos sagrados más importantes y sobrenaturales mencionados en la Biblia. Según la tradición, en su interior descansaban las Tablas de la Ley con «Los Diez Mandamientos» grabados en ellas, que recibiera Moisés en lo alto del Monte Horeb. No obstante, al margen de lo que podría ocultar en realidad, el misterio que encierra y su vedada ubicación, ha catapultado a los más dispares arqueólogos e investigadores en pos de su secreto. Desde las hipótesis más peregrinas a las alternativas más racionales, nadie aún ha encontrado el Arca sagrada. Algunos sostienen que se encuentra en Etiopía; otros en una caverna del Monte Nebó en Israel; y no pocos la sitúan en el sur de Francia.
¿Será posible que ante la destrucción del Templo de Salomón, el Arca de la Alianza haya sido protegida por la Hermandad Blanca, siendo llevada a aquel lugar donde se dieron las «instrucciones» para su construcción: el Monte Sinaí? No debería sorprendernos, por cuanto una escena similar ocurrió con el «rescate» del Disco Solar del Cuzco para ser llevado al Paititi, antes que la sagrada herramienta cayese en manos de la conquista.
El Arca de la Alianza, construida en madera de acacia al pie del Sinaí por instrucción de aquellos que contactaron a Moisés, sería revestida de oro, por dentro y por fuera, creando así una suerte de aparato especial que pudiese constituirse en el depositario de «La Alianza», por cuanto fue en estos términos en que el Arca fue construida.
Ahora bien, si el Arca fue hecha para condensar en su interior una posible fuente de poder o almacenarla en el futuro, ello explicaría las mortales descargas que a manera de «rayos» se manifestaban en presencia de los sacerdotes, ocasionando incluso la aparición de tumores, lo cual nos sugiere un efecto radiactivo. Recordemos tan sólo la fatal experiencia de Nadad y Abiú, hijos de Aarón, quienes al ingresar en el Sancta Sanctorum del Tabernáculo con incensarios de metal, desobedeciendo así las instrucciones, una «llamarada» del Arca se disparó hacia ellos, ocasionándoles la muerte.
¿Pero cuál era la «Alianza» que sería custodiada dentro del Arca de la Alianza?
LA CONEXIÓN CON JESÚS
«Yo les daré mi sangre, sangre de la Alianza Nueva y Eterna, que será derramada por ustedes...», dijo Jesús en la Última Cena.
La Tradición cuenta que José de Arimatea, discípulo secreto de Jesús, había recuperado el Santo Grial con el cual bebió el Maestro en aquella sentida cena con sus apóstoles. Y en el momento más dramático de la crucifixión, cuando el centurión romano Longinos clava su lanza en el costado de Jesús, José extiende la copa para llenarla con la sangre sagrada que era derramada desde el corazón abierto. Aquí también hay un símbolo del Señor del Tiempo.
Pero, ¿por qué hizo esto José?
Algunos investigadores han sugerido diversas teorías para explicar dónde habría terminado el Santo Grial y, lo más intrigante, la Sangre de Cristo. No obstante, en el Sinaí percibimos que José habría visitado el Horeb para encontrarse con emisarios de la Hermandad Blanca, quienes finalmente pondrían la sangre en el interior del Arca sagrada que sobrevivió a la devastación y saqueo del Templo de Salomón, y que ahora se halla protegida en una cámara secreta bajo el Monte Horeb.
Y es interesante descubrir que el Horeb, al margen de la historia de Moisés, ya era un punto de contacto conocido por los iniciados. Incluso se cuenta que Elías pasó un tiempo viviendo en unas cuevas secretas en la mismísima montaña.
Asociar la sangre de Cristo con el Arca de la Alianza no es del todo descabellado. Ya importantes arqueólogos como Ron Wyatt sugirieron la conexión entre el Arca y la Sangre de Cristo.
La sangre de Jesús, según los Guías, constituye el archivo de información más importante que protege la Hermandad Blanca.
Comprender ello será difícil si antes, no hablamos de quién fue Jesús, por qué vino y en qué consistió su Misión...
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