EL LIBRO DE ENOC
Lo más inquietante de esta historia, es que se halla registrada en un libro antiquísimo, llamado «El Libro de Enoc».
El texto en mención —escrito supuestamente por Enoc, un personaje antediluviano del Génesis—misteriosamente se «perdió» después del Concilio de Laodicea, en el Siglo III; sin embargo, volvió a aparecer hace unos 200 años. De las tres copias recuperadas por el famoso explorador James Bruce, cuando en 1773 retornó de su trabajo de 6 años en Abisinia (Imperio Etíope), existen dos traducciones al inglés hechas por R. Lawrence (1821) y por R.H. Charles (1912). En los siguientes años, salieron a la luz varias porciones del texto original en griego, y más tarde, con el descubrimiento de los Rollos del Mar Muerto en Qumrán, aparecieron 7 copias fragmentarias en texto arameo, que están hoy en el Museo del Libro en Jerusalén, confirmando lo dicho en las copias traducidas.
La escena del descenso de los 200 Vigilantes es descrita por Enoc. Y este acontecimiento, en contra de la idea que sucedió hace unos pocos miles de años, en realidad ocurrió en tiempos más lejanos. Para tener una idea de esto, recordemos que el Génesis cita a Enoc como un patriarca longevo de una séptima generación después de Adán (Génesis 5:18); más tarde vendrían nombres muy conocidos como Matusalén, o Lamec, el padre del célebre Noé, quien, como sabemos, era un superviviente de la Atlántida.
Si Enoc pudo describir lo que pasó en el Monte Hermón, es porque se trataba de un acontecimiento antiguo.
EL PACTO DEL MONTE HERMÓN
El Libro de Enoc describe a «200 Ángeles» que aterrizan en el Monte Hermón entre la actuales Siria, Líbano e Israel y se unen a las hijas de los hombres. Eran encabezados por un ser denominado Semyaza.
«Así, pues, cuando los hijos de los hombres se hubieron multiplicado en esos tiempos, y les nacieron mujeres compatibles y hermosas; los Vigilantes, Hijos de los Cielos, las vieron y las desearon, y se dijeron entre ellos:
»—Vamos, escojamos mujeres entre los hijos de los hombres, y engendremos hijos».(Enoc, Libro de los Vigilantes, 6:1-2)
Ante esta propuesta, el Comandante Semyaza respondió que aquello era una locura, que eran Ángeles. Así los menciona el texto, aunque sabemos que eran en realidad cosmonautas pleyadianos, y que no debían aparearse con los humanos.
Les dijo:
«—Temo que se me haga responsable de ordenarles cometer un pecado que no querían cometer, porque soy su Comandante».
Entonces, hicieron el juramento de involucrarse todos. A esto se le llamó «El Pacto del Monte Hermón».
Y se unieron con las mujeres, y tuvieron hijos gigantes: los Nefilim.
Mientras tanto, según prosigue el Libro de Enoc, los Arcángeles Miguel, Uriel, Rafael y Gabriel, miraban desde el cielo y, viendo los estragos, se dijeron:
«Debemos informar al Más Alto de lo que está sucediendo».
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